El cultivo de rosales, lo mismo que otras especies, requieren de ciertos cuidados. Hoy nos referiremos a los secretos del abonado de los rosales para que temporada a temporada te brinde las flores más bellas.
El mejor abono para las rosas es el estiércol, otra buena alternativa es la turba negra, mantillo, guano, y otros abonos orgánicos siempre que sean de calidad. En la actualidad se pueden conseguir estiércol que tiene la ventaja de no oler mal preparando todos los beneficios de los compuestos orgánicos.
Todos los inviernos deberás aplicar unos tres kilos de abono por cada metro cuadrado. Mezclado con la tierra de la superficie para obtener mejores resultados, pero sin profundizar mucho para evitar que las raíces se rompan. Si tomas esta medida al llegar la primavera se empezarán a liberar elementos minerales para la planta.
Bastará un abono al año para que los rosales lleguen a cubrir las necesidades de nutrientes. Si lo deseas podrás complementarlo con un abonado orgánico químico o mineral. Lo ideal sería un fertilizante de lenta liberación. Bastaría con colocar unos 60 gramos por cada planta al año, repartidos en dos aplicaciones de 30 gramos en primavera y otros 30 gramos en el otoño. En muchas tiendas especializadas podrás conseguir fertilizantes especialmente creados para rosales.
Para mantener la salud de los rosales deberás prestar atención a las carencias de algunos nutrientes, como nitrógeno, potasio y hierro. Es normal que en los suelos más calizos o alcalinos se genere una carencia de hierro ya que en este tipo de suelo puede escasear. La caliza genera que el hierro se insolubilice por lo que no tendrá la capacidad de disolverse en el agua y las raíces no podrán tomarlo.
Te darás cuenta si tu rosal tiene carencia de hierro porque las hojas se volverán amarillas, para corregirlo deberás aplicar un abono especial. Coloca la dosis recomendada por el fabricante.