El fresno es una de las principales especies de árboles que podemos encontrar en los jardines occidentales, y como tal, conviene siempre tener en cuenta cuáles son los principales cuidados que puede llegar a requerir para ofrecer su mejor versión, de modo que a continuación vamos a hacer un repaso de ciertas cuestiones que conviene tener en cuenta sobre esta familia integrada por cerca de 60 especies, la mayor parte de ellos originarios del hemisferio norte.
Lo interesante de los fresnos, en primer caso, es que pueden medir hasta 50 metros de alto, llegando en los casos menos importantes a los diez metros, lo que depende siempre de la especie, aunque también de otros factores sobre los que podemos tener cierta influencia, como el abono que le brindamos, el espacio en el cual crece, la frecuencia de los riegos, y demás.
Uno de los elementos característicos de los fresnos, en tanto, tiene que ver directamente con sus hojas. En concreto, podemos decir que las mismas se presentan ovaladas, opuestas unas a las otras, y cuando el árbol está sano, de color verde intenso. En cuanto a sus flores, que no son llamativas como en otros casos, te recomendamos que escojas la especie Fraxinus ornus (foto), que destaca por sus flores blancas.
Los frutos del fresno también son bastante especiales, ya que se producen directamente en forma de hélice. Además debemos tener en cuenta que se trata de una especie la cual puede seguir adelante su camino, más allá de que se encuentren en un sitio eminentemente soleado, o por el contrario, con varias sombras en su camino.
Si hay elementos que, no obstante, determinan su suerte en este sentido, como por ejemplo el suelo, que conviene siempre sea húmedo, con una buena base de estiércol. Además, conviene regarlo cada dos semanas, con una muy buena cantidad de agua, de 2 baldes más o menos para árboles jóvenes, y hasta 5 en el caso de los mayores.