Si tenemos en cuenta la creencia de mucha gente acerca de que las plantas adquieren todos los nutrientes con los que cuentan directamente desde la raíz, podemos comprender, al menos en parte, porque muchas de ellas no utilizan el abono de forma adecuada, y por eso no consiguen los resultados esperados al realizar tal acción que tiene como beneficio a la planta.
De esa forma, es interesante tener en cuenta que las plantas se nutren de los elementos minerales que tiene la tierra, siendo algunos de ellos el fósforo, el potasio, el calcio y el nitrógeno, de modo que, considerando que muchas veces ellos se encuentran en sales, tenemos que tratar de acercarlos lo más posible a las plantas para asegurarnos su correcto funcionamiento.
Incluso, a partir de allí, también hay otros elementos complementarios muy interesantes, como por ejemplo el hierro, azufre, magnesio y más pequeños aún como el boro o el manganeso, que pueden incluso otorgarle una mayor vida a la planta, y que en la mayoría de los casos no se encuentran en los sustratos comerciales que podemos llegar a adquirir, básicamente por el hecho de que éstos son genéricos, y no tienden a pensar en una planta particular como nosotros.
Lo que sucede en estos casos es que aquel contenido en abono, que es sólido, es absorbido por la planta en los primeros meses, a medida que regamos y el abono se va disolviendo, por lo que si queremos obtener un mucho mejor rendimiento de los mismos, tenemos que pensar directamente en abonos o fertilizantes en función del tipo de planta que tenemos, y de la estación del año en la que nos encontramos.
Por todos estos motivos expuestos anteriormente, es que siempre vamos a recomendar la adición posterior de abonos o fertilizantes en función del tipo de planta que tengamos y la estación del año en que estemos. Para tener certezas en este sentido, recuerda que siempre podemos acudir a manuales o libros de jardinería o plantas de interior, o por qué no, a los especialistas que nos venden las plantas, si es que tuviéramos uno de confianza.