Aunque cuando nos ponemos a pensar en los distintos tipos de jardines que existen es probable que los primeros que se nos vengan a la mente sean los jardines medievales, aún hoy hay personas que se interesan en ellos y sus características. Por eso no queríamos dejar de mencionar algunos de los elementos más destacados en torno a los jardines medievales, para que sepas por qué se utilizaban así antes, y si quieres, los incorpores a tu hogar.
¿Cómo eran los jardines medievales?
Por supuesto, lo primero que hay que decir de los jardines medievales es que se pusieron muy de moda durante la Edad Media, cuando entonces se encontraban dentro de los castillos o los monasterios, y solo podían verles quienes habitaban allí. El caso es que primero fueron utilizados para que las personas paseen y vean la luz del día, y luego también se les dio uso para cosechar distintas hortalizas, verduras y frutas para el consumo de los habitantes del lugar.
Una de las características principales de los jardines medievales tiene que ver con que se trata o trataba de sitios completamente cerrados, rodeados por muros, y aunque han pasado siglos, eso sucede con nuestras propias casas. Normalmente, en el centro de los jardines medievales se suele ubicar alguna fuente de agua o también un pozo, que tiene un valor simbólico, y los laberintos son otras de sus señas inconfundibles.
A día de hoy, una de las muestras más acabadas de lo que podemos esperar en materia de jardines medievales tiene que ver directamente con el famoso claustro del monasterio de Poblet, en Tarragona, que conserva muchas de estas particularidades. Incluso cuenta con las típicas galerías en las que los monjes se detenían por horas para analizar que sería de la vida del hombre y de su propio destino, así que si puedes darte un paseo por allí, seguro la pasas genial.