Si tienes un jardín pequeño, regar es bastante fácil, ya que lo único que tienes que hacer es tomar un recipiente, llenarlo y par de veces y echarle agua a todas las plantas. O tomas una manguera y en cuestión de minutos el terreno está listo. Concretamente, nada parecido pasa cuando el fondo de nuestra casa, o el jardín de la misma, es extenso en cuanto a su superficie, y este truco podrá serte muy útil al respecto.
En concreto, lo único que necesitas para poder regar todo tu jardín sin el más mínimo esfuerzo, y sin perder tiempo valioso que puedes utilizar para trabajar, estar con tus hijos o hacer algo que te guste más; es una manguera vieja y un poco de inventiva. De hecho, la idea no es demasiado novedosa, ya que trata de poder reemplazar los costosos sistemas de ingeniería, por otros más sencillos.
Para ello, tomas la manguera nueva que te decíamos, sin olvidar luego comprar una nueva, y con una tijera o algún otro elemento punzante y cortante, le vas haciendo una serie de orificios, de modo que estarás instalando lo que se conoce como un “sistema de riego por capilaridad”, ya que funciona de una forma semejante a la que los capilares lo hacen en el cuerpo humano, irrigando en las zonas donde sea necesario.
De este modo, una vez que le has hecho estos pequeños agujeros a la manguera, conviene que vayas haciendo una especie de canal a lo largo del terreno, dentro del cual puedas colocar la misma, y entonces estar seguro de que se quedará allí todo el día, ya que de lo contrario, la presión del agua podría jugarte una mala pasada si dejas la casa por demasiado tiempo.
Otra de las ventajas que te permitirá tener este sistema de riego, además, se encuentra relacionada con que no te será necesario utilizar una cantidad de agua tan grande, lo que sí necesitas si llevas la manguera de uno a otro lado.