Jardines japoneses: su historia y máximos representantes

En los jardines japoneses reinan las curvas y la asimetría. La médula del formato de estos jardines típicos es la ubicación de todos o al menos la mayoría de los elementos de la naturaleza: árboles, flores, roca hierbas y por supuesto, el agua. Algunos desprevenidos creen que los japoneses se limitan a reproducir en forma de pintura un paisaje dado.

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Lejos de eso. Lo que los artistas o paisajistas japoneses pretenden es dar vida a un microcosmos que contenga la suma de estos elementos esenciales. Y la principal función de este micromundo es la de brindar al caminante o a quien simplemente se limita a visitarlos un entorno de profundo silencio que invite a la reflexión, básicamente, sobre uno misma.

Dentro de los formatos de jardines japoneses, el summum está dado por los «kaiyūshiki» o «jardines circulares». Estos, incluyen siempre un estanque de gran tamaño, circundado por una senda. Pero además, cuentan con pequeñas elevaciones artificiales y diminutas islas ubicadas en medio del estanque. También hay puentes, cenadores y rocas.

Se suman algunos otros objetos cuya función es la de reproducir lugares concretos de diferentes regiones del Japón. Una de las peculiaridades que asombran de los jardines japoneses es que la característica del paisaje varía según el lugar en que se ubique el espectador, la hora y de la estación del año en que nos encontremos.

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Japón y sus tres jardines más famosos

Los primeros jardines japoneses datan del período Nara (710-794).  Existen diversos estilos de jardines, que evolucionaron a través de los siglos. El estilo jōdo (Tierra Pura) dominó durante los períodos Heian (794-1185) y Kamakura (1185-1333). Luego, durante el llamado período Muromachi (1333-1568) reinaron los «karesansui» o “jardines secos”, los que dominaron en los templos «zen» típicos del budismo. Predominan en esta clase de jardines las rocas, la arena y las piedras ya que el principal objetivo es reproducir el paisaje de las infinitas islas del Japón.

También está el estilo roji o chaniwa (jardín del té). Se trata de los jardines que se construyen a la vera de las casas de té. Los señores feudales japoneses construyeron jardines de forma circular rodeando a sus castillos o mansiones.

Acercándonos al presente, durante el período Meiji (1868-1912) los miembros de las clases dominantes japonesas mandaron construir jardines en sus residencias, aunque la moda se extendió también a los edificios públicos y los hoteles.

En los años recientes se ha venido dando el fenómeno de que muchos jardines japoneses otrora pertenecientes a los señores feudales se han convertido en parte del patrimonio cultural nacional o local y se han abierto al acceso público, para regocijo del turismo. Kioto es una de las ciudades con mayor cantidad de jardines de este tipo, ya que como antigua capital del Imperio estaba habitada por una gran cantidad de aristócratas enriquecidos.

Los jardines japoneses más famosos hoy en día son: Kenrokuen (ubicado en la ciudad de Kanazawa, prefectura de Ishikawa), Kōrakuen (situado en la ciudad de Okayama, prefectura de Okayama), y Kairakuen (en Mito, prefectura de Ibaraki). Todos ellos son de enorme tamaño y fueron encargados por señores feudales bajo el período Edo (1603-1868). Son visitados por millones de personas al año.

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Los jardines de la Tierra Pura

Si hubiera que elegir un único elemento, esencial y constitutivo de los jardines japoneses, sin dudas elegiríamos a las rocas. Así lo demuestra un manual encontrado que data de finales del período Heian (794–1185) bajo el título Sakuteiki (Directorio sobre la creación de jardines) que data del año 1289 donde ya se habla de la colocación de las rocas. Lo que de allí surge es que las rocas no se colocan en forma aleatoria sino que depende minuciosamente del paisaje en que serán ubicadas.

Para lograr la perfección se debe prestar atención en el lugar en que se extrae la roca para reproducir esta ubicación una vez puesta en el jardín. Los jardines japoneses no sólo reproducen a la naturaleza sino que expresan ideas profundas. Por ejemplo los jardines de la “Tierra Pura”, están influenciados por una secta budista que les da nombre. Esta secta trata de evocar a través de sus jardines la imagen del paraíso.

En Kioto, se ubica el famoso jardín seco o karesansui conocido como el templo zen de Ryōanji. En estos jardines no se utiliza el agua sino más bien arena o piedras blancas y rocas.

Un dato pintoresco es que está teniendo gran éxito un juego de mesa ideado en base al jardín de karesansui. Los participantes deben crear un jardín bajo ciertas reglas de diseño y gana el jugador que obtiene más puntos por seguir exactamente esas reglas.

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