Existen diferentes plantas que se caracterizan por no requerir demasiados cuidados, entre ellas encontramos el Kalanchoe.
A todos nos gusta tener plantas que luzcan sanar y bonitas en el interior de nuestro hogares y también en el exterior, pero en ocasiones, por diferentes motivos, no le podemos dedicar el tiempo necesario para los cuidados. Con la llegada de la primavera podremos disfrutar todo el esplendor del kalanchoe, que tiene la ventaja de ser fácil de cultivar.
El kalanchoe pertenece a la familia de las crasuláceas, plantas suculentas que tienen sus raíces y sus hojas más gruesas de lo normal, lo que le permite reservar agua y así poder sobrevivir a las condiciones de sequía.
Su género tiene sus orígenes en la isla africana de Madagascar, la misma engloba a más de 200 especies. La más conocida de todas es el blossfeldiana cuyo color varía desde el rojo al violeta, otra es el manginii con unas bonitas flores que tienen forma de campana.
La reproducción de esta planta se debe realizar mediante semillas, aunque lo más frecuente es que se realice mediante esquejes los que deberán plantarse durante la primavera en un lugar en donde reciban mucha luz. Esta planta puede ser colocada en el interior de la casa, pero en una zona que sea luminosa.
La temperatura adecuada para su desarrollo es de unos 20 a 25 grados. Para obtener un excelente crecimiento se aconseja agregar sustrato compuesto de arena, turba y mantillo. Es fundamental que el suelo en donde se coloque esté bien drenado y que se evite la acumulación de líquido, sino se podría producir una putrefacción en las raíces.
El kalanchoe no necesita de un riesgo excesivo, durante el invierno bastará un poco de agua solo dos veces al mes. Afortunadamente se trata de un género muy resistente a las enfermedades, solo, en ocasiones, se ve afectada por los pulgones que aparecen cuando la planta está en desarrollo.
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