La luz artificial puede ser una muy buena solución para nuestros jardines en el caso de que el sol, ya sea en el interior o exterior de la casa, no pueda no llegue directamente a nuestras plantas. Sin embargo, siempre que quieras apostar por esta posibilidad, deberás tener en cuenta que la luz artificial puede afectar a tus plantas de un modo muy distinto, considerando que cuenta con sus propias características, y a veces influir para mal.
De hecho, los estudios han demostrado lo que es esperable, es decir, las plantas crecen mejor y más sanas utilizando luz natural, aunque la luz artificial es menos dañina de lo que podría llegar a pensarse, motivo por el cual lo importante pasará a ser entonces el tipo de luz con el que contamos, y los colores que emiten los focos que ponemos a su alcance.
Lo primero que deberás tener en cuenta en tal sentido, es que no puedes ponerle cualquier foco a una planta si esperas que crezca a partir del mismo, situación por la cual tienes que ir a una jardinería y adquirir alguno de los que son creados especialmente en este sentido, y que combinan de luz azul (que dan energía para la fotosíntesis), luz roja (facilita el florecimiento) y luz amarilla (necesaria para la producción de clorofila).
Es sustancialmente importante lo mencionado anteriormente, considerando que la mayoría de las personas, en su apuro y desconocimiento, suele optar por utilizar lámparas incandescentes de las que hay en las casas. El problema es que éstas en realidad no lanzan demasiada luz, de hecho sólo cuentan con la de tipo rojo, y la verdad es que producen más calor que luz, por lo que podrías terminar quemando tus plantas.
Finalmente, si te has inclinado por una luz de tipo fluorescente, debes considerar que las mismas producen grande cantidad de luz de espectro azul, un poco de amarillo y poquísima cantidad de luz roja, por lo que la planta sobrevivirá algún tiempo, pero terminará muriendo.
